Por Elena Martínez Riquelme
Caminante eterna, se encuentra en otras caras,
comunidad itinerante entre criaturas místicas de color oscuro
y ojos que gritaban rabia escondida.
Dando vuelta en aquella esquina suburbana no se mira a la vidriera
sigue a paso firme, con las tres almas discutiendo.
Ella, en la correntada concentra su cuerpo.
Amaneció sonriendo.
El golpe del viento mide su grito, lo atrapa, lo silencia
se agita, brota, circula, danza, lunea
La puja del duelo entre el vivir-devenir
vestida en negro lazo, sangre rubí.
con los canales abiertos en luces de juegos resplandecientes
grita, molesta, pide, llora,
Amaneció llorando.
los sentidos, agudos, abiertos. En espera.
El caracol cósmico del sentir,
la serpiente madre trepada a su columna
se hace camino regando piel nueva, se hace camino en el calor urbano.
La caminante. Ella. Esa. Aquella. Nosotras.
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