viernes, 29 de noviembre de 2013

Vida encajonada y embolsada

Solo buscaba un lugar más o menos propicio para vivir,
quiero decir: un sitio pequeño donde cantar y poder llorar tranquila a veces.
En verdad no quería una casa; Sombra quería un jardín.
(...)
Alejandra Pizarnik.
 

En lo que va del año, esta es la segunda vez que me voy a mudar de casa. La primera vez fue en febrero. Vine de la casa en la que vivía, con mi perfecta familia feliz (ironía), a una con historia propia. Esta vez debo salir de la acá porque me la piden y ¡por que se está cayendo!
No tengo casa, aun. Entonces, mis cosas poseen sus respectivas guardianas. El sueño de la propiedad privada pronto será realidad en mi vida. Tendré mi propia casita junto a mi señora madre.

Volviendo a la mudanza. Es un stress, un cuento de nunca acabar y más para una persona que se ha mudado tanto en la vida, que ya ni sabe a donde pertenece territorialmente.

Embalar libros, muchos libros que van desde los informes de derechos humanos de la Codehupy, los informativos campesinos, libros sobre ética, hermenéutica, estética, literatura, filosofía, sociología. Feminismo, marxismo, liberalismo, anarquismo. Desde Platón hasta Boron, pasando por Bunge y las novelas sin sentido como Crepúsculo (si, debo admitir que me leí Crepúsculo en un mes, los 4, al igual que 50 sombras de Grey en dos meses o menos). En fin, sigamos.

También están esas hojas de la facultad, trabajos, ensayos, fotocopias en perfecto orden según aquella época considere pertinente. Una copia de casi todo el archivo, de los documentos de la toma de la Católica en el 2006*, porque alguna vez pensé en escribir la memoria de aquel gesto heroico de los estudiantes de "clase media, hijitus de papá", según siempre nos llamaban. Ahora pienso que si no me metía en "eso" estaría terminando la facultad. Es otro círculo vicioso que involucra militancia, conciencia social y de clase, trabajo, explotación, etc. También un grado de colgadez. Sobre esto sí que no sé si me atreva a escribir.  

Sigamos, fotos de mi infancia, por suerte no muchas. Porque en aquella época (no soy tan vieja) en casa las fotos eran limitadas por: "no hay plata para los rollos" y "la cámara no es un juguete" (ahora esa cámara pasó a formar parte de la querida colección de Natu. Se la regalamos con mamá, porque ella ama las fotos y las cámaras y porque sabemos que si le contábamos esta historia, a lo mejor le miraría con cariño, nosotras la estábamos por tirar, no porque no la quisiéramos, sino porque si). ¿Se acuerdan de la cámara de segunda mano que recibió Amélie de su madre, cuando ésta se deshizo de cachalote, el pez suicida? bueno, esa.

Sigamos, en el plan mudanza: te encontrás con cada parte de tu historia!! Con cada objeto que te recuerda a tu época hippie, a tu época de ñembo (casi o se hace) militante dura, a tu época de feminista de pacotilla, en la que eras referente de las viejas campañas y teorías que ahora discutís. Te encontrás con esa caja especial, de madera (con tu nombre tallado en ella) o de galletitas de la abuela, en la que guardas los tesoros más copados, siempre terminan siendo (en mi caso, corro el riego de confesar lo patética que soy): la envoltura del primer chocolate que Él te regalo (ahora no sé ni donde vive), la entrada al cine con tu amor, la primera vez que salieron (ahora, no solo no nos sentaríamos a ver una peli juntos sin pelearnos, sino que discutiríamos horas sobre el actor, la visión del director, el guión, la fotografía y terminaríamos estando de acuerdo en, que todo es una mierda y que la anarquía, el Guasón y Jack sparrow son lo máximo). También tengo la cajita con frases de Pizarnik, Coelho (sí, imaginate), Elvio Romero y demás autores, que me había regalado una compa de facu, cuando éramos uña y mugre. Postales y fotos. También unas píldoras con frases de autoayuda que me regaló mi “mejor” amigo de la época, previa a que yo me posicione a la izquierda y él a la derecha (ahora las veces que nos cruzamos, fingimos no conocernos).


También la entrada al cine cuando quise que mi mejor amiga se "enganche" con mi mejor amigo y les llevé a ambos a ver "Regresiones", si no me equivoco, como sea, era una de esas películas de suspenso y terror (terminaron siendo novios mucho tiempo, y lo bueno es que me siguieron hablando), en el ticket no dice la peli, atrás escribí los nombres de mis amigos con un corazón al lado. El ticket de mi primer concierto, el ticket de mi primer disco,  y uuuuuuffff! ¡Quién sabe que cosas más! Acumuladora lo que soy. Cartas, esquelas, notas.

No olvidemos a los 7 u 8 blogs de escritos. Poesías de la escuela becqueriana, cuentos e historias. Por suerte la novela ya la escribí en la notebook y el backup de la primera estaba en la vaio. Y vaio murióse. Mi vaio es el monotema, y como acostumbro (como todo en esta era) escribir sobre boludeces, debería dedicarle por lo menos una poesía, jaja.

En la cocina... mejor no hablemos de este asunto. Digamos que todo es vintage y de distintas corrientes estéticas. La cocina en sí es roja y es vintage, para no decir antigüedad.

Hasta acá todos responden a la categoría de recuerdos, míos o heredados, acomodables en algunas cajas y bolsas negras de basura de 200 litros, marca amita o tapiti (compré tapiti**, porque me recordaba al Tapi y pensé que aportaría una sonrisa cada vez que sacaba una bolsa en que guardar mis cosas, importantes y queridas). Debo decir, y creo que llegaremos a un acuerdo inequívoco y unívoco, que "el bolsismo y el cajismo" es una institución en las personas ñembo (casi o se hace) independientes, autosuficientes, no tan obsesivas, ni con los recursos suficientes para invertir/desperdiciar en cajas que terminaremos tirando. También pensamos en la naturaleza, aunque los plásticos negros son un peligro. En fin, nos mudamos en cajas y bolsas negras, punto.

Cuando hablamos de los muebles. Son muebles grandes, pesados. Pesados muebles. Es el punto casi neurálgico de este cansancio, si bien estaban vacíos. El pensar en movilizar, me cuesta horrores. Igual, agradezco la pelea con mamá hace un año atrás y que se haya mudado llevando sus muebles, y que en la separación yo haya perdido/cedido una buena cantidad de muebles. Entonces, imagínense la mudanza del 2011, con mamá, pareja, perros. ¡Fue una mudanza de una semana!

Autora: Mercedes De La Jara

En fin, cuento casi toda mi historia con las mudanzas, pensando que cada una nos dice que hubo ciclos que deben cerrarse mínimamente en el momento que una se muda de casa. Una historia que contar, llorar, recordar. Es otra oportunidad que se abre. Un nuevo camino por recorrer, una nueva persona que explorar. Cada ambiente y como una lo va ajustando dice mucho de quienes somos, queremos ser y quienes fuimos. En esta casa, yo nunca me "hallé", pero no quiero sacarle su valor. Fue LA casa de la transición. Fue la casa que recogió cada uno de mis llantos, cada una de mis impotencias. Fue la que me ayudó a cicatrizar esas heridas tan grandes que traía de años anteriores. Tampoco puedo negar que me pasé de vaga, de casa en casa de mis amigas, porque la casa me interpelaba (además de otras cosas) en mi soledad. Me preguntaba que había hecho con mis sueños, que estaba haciendo con ellos. Ella me vio desplomarme, como nadie, una y otra vez, no como las otras casas que bancaban la ira y la furia. No, en esta casa empezó a gestarse una nueva yo. Llena de amor hacía las personas que me aman. Llena de ganas de vivir, como nunca antes. Llena de revisiones, de autocrítica, de serenidad. De reconciliación conmigo misma –y con mi madre-. También pasaron amores pasajeros y cumplí la edad de 27 años, esa edad que te dice que ya no estás en los 20, pero tampoco en los 30. El club de la serpiente cobró vida nuevamente en esta casa. Y Charly volvió a tocar en ella.

Este transitar casi cadavérica por ella, es uno de los transitares más importantes que he hecho en mi vida desde hace mucho tiempo. Transité para mí y por mí, para estar con los demás. Y no desde los demás para los demás. Apuesto que muchxs apreciaron los cambios (claro, santa Mercedes*** también tiene que ver), y lo mejor es que lo están viviendo. Entonces, yo consciente de este hecho solo puedo desear que ese lugar futuro que será mío (y el de mamá), sea un espacio en el que mis recuerdos se acomoden, mis cambios vivan y los "yo" que me habitan se sientan plenamente para crear, pensar y vivir, sobre todo vivir.

Si, sueño con la casita de colores, jardín y perros. No es muy distinto al sueño cliché. Lo único distinto es que en esa casa construiré mi propia historia, yo seré el centro. Daré rienda suelta a la de mis antepasadas mujeres. Contaré historias de mis brujas, brujas con el corazón tan grande, tan grande que no alcanzarían ni papeles, ni tinta, ni tecnología para contar, con una enorme sonrisa y lágrimas en los ojos, lo que ellas son para mí. 

Cuando encuentre ese lugar, les contaré como es. Espero que mi vida en bolsas y cajas llegue a su fin aquí.

Autor:

* "El candadazo", tomamos la Universidad en señal de protesta en contra de los estatutos (autoritarios) que iban a ser aprobados, sin consulta a la comunidad universitaria.
** Tapiti es guaraní y significa liebre. Y es el apodo del bebé de una de mis brujas, por ende Tapiti es mi sobrino. 
*** Nombre ficticio de mi analista.